El rock no ha muerto… sólo no está de moda. Somos más que el tiempo pasajero, el instante en la pantalla, el vértigo de la notificación. Mucho más que la radio y la tele y los virus de contenido falibles al toque de un dedo.
El rock es libertad y desear la libertad de los demás. Es creer en la voluntad de cada uno y de todos para vivir sin nudos en el alma o el corazón.
El rock es rebeldía, para pensar siempre en el mundo que puede ser. No sólo estar en desacuerdo sino proponer y crear, materializar los pensamientos y los sueños.
El rock es fuerza como la unión entre hermanos. Entre nosotros nos hacemos invencibles, trascendentes. En nosotros sobrevivimos para siempre, en cada rincón de nuestra memoria.
El rock es duro como la maravillosa vida misma. Recibir golpes con impulso hacia el frente, aprendiendo de cada día y cada muro derribado. Es despertarse siempre con voluntad de romperlo todo allá afuera, donde la naturaleza se abre paso a cada instante.
El rock es potente y potentes son las cosas que queremos decir. Palabras claras, concisas, poesía viviendo en amores, en luchas, en el fondo más extremo de la conciencia y la inconciencia.
El rock es gritar, porque queremos escuchar a todos. Cada potente universo interior manifestándose en sonido, en un alarido constante y melódico, donde cada nota importa, cada pensamiento vale.
El rock es velocidad, la misma con la que se mueve este mundo. Es rodar con el viento en la cara y el sol en el horizonte de un largo camino en cuyo fin nos esperan otros de nosotros mismos, con la misma mirada llena de brillo por vivir.
El rock es guitarra: heroico como un buen riff. El rock es batería: firme, preciso y contundente. El rock es bajo: profundo, vibrante y concreto. El rock es palabra que sale del estómago y de la emoción.
El rock es persistencia porque siempre habrá quien lo necesite. Donde se necesite trascendencia, donde se necesiten impulsos eléctricos en el estómago y en el pecho, donde las simples cosas de la vida no sean suficientes, aunque siempre necesarias.
El rock es resistencia ante lo injusto y lo malo. Es mantener el espíritu revolucionario desde nuestras casas, nuestras ocupaciones, nuestra mente o en el campo de lucha. Es no soportar al villano y aun así abrazarlo porque siempre puede cambiar, siempre puede ser mejor.
El rock es pasión, lo único que nos mueve para hacer el bien. Es salir, levantarse, pensar, crear y hacer. Es alimentar la convicción sobe nuestro propio poder de cambiar, cambiarnos a nosotros mismos y lo que hay a nuestro alrededor.
El rock es amistad, para que nadie esté solo nunca. Porque mi hermano, mi hermana, me hace más fuerte desde cualquier frente con su sola presencia. Como 300 guerreros seremos uno mismo y conquistaremos territorios y pensares.
El rock es respeto por las diferentes formas de pensar. Porque la diversidad es riqueza y aprender es un obsequio y no hay nada más grande ni más terrible que el interior de la conciencia de los seres humanos.
El rock es honestidad, es todo lo que somos y todo lo que hay. Es hacerse la vida transparentemente sencilla, dar la cara, ver a través de los ojos del otro, mostrarnos como somos y desnudarnos a cada paso del alma.
El rock es vida, lo más valioso que tenemos. A veces serena, a veces violenta, a veces furiosa y otras veces deliciosa. No sólo no somos nada sin vida sino saber hacer contar cada momento, ser nuestros propios héroes, los mismos protagonistas de cada historia nuestra.
El rock es amar con la misma fuerza que al tocar. Porque el amor no es débil ni blando, el amor es fuerza, es fortaleza, es poder. Es de valientes amar y valiente la forma rockera de sonar.
El rock es feroz, es astucia, inteligencia y estrategia, es darlo todo por convicción, es defender esta pasión hasta el final y llevarlo hasta las últimas consecuencias. Es intentar y conseguir el éxito, es llevar el mensaje, la pasión y la inspiración a muchas manos, a muchos oídos, a muchos corazones. Ahí donde está el rock, ahí es donde viviremos por y para siempre.
¡Levantemos el puño hacia el rock! Que nos atestigüen la furia de unas guitarras, el golpe de un tambor, el impulso de un bajo bien puesto, para ser nosotros, para ser inmortales, para permanecer en la memoria del mundo como historias retumbantes.
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